Más allá de los detalles que son particulares para los estadounidenses y que a muchos les puede molestar, es un discurso que vale la pena leer y masticar. Es pensamiento de ruptura de verdad.
Ojalá algún político de nuestro país (estoy hablando de Uruguay) algún día se arrime un poquito a los conceptos expresados en este texto.
Pero la historia nos condena. Estamos muy pegados a los pensamientos de algunos supuestos filósofos que guiaron nuestro accionar frente al conocimiento. Hoy vemos los resultados y no son nada alentadores.
Creo firmemente que debemos empezar por criticar duramente a los Vaz Ferreira, los José Enrique Rodó por nombrar a algunos de los que sinceramente nos hicieron un daño enorme en la actitud a tomar para la comprensión de la Naturaleza.
Muchos humanistas me podrán criticar por lo que digo pero deben recordar que detrás del papel, la tinta y el pincel hay acciones tecnológicas, científicas y de innovación que permitieron la existencia de estos medios para que los genios de las artes pudieran realizar sus creaciones y así disfrutarlas y alimentar nuestro espíritu y sensibilidad que son dos aspectos fundamentales en la existencia de cualquier ser humano.
Washington, Abril 27, 2009
"Es para mí un privilegio hablar ante los distinguidos miembros de la Academia Nacional de Ciencias, así como ante los líderes de la Academia Nacional de Ingeniería y del Instituto de Medicina que se han reunido aquí esta mañana.
Me gustaría empezar con una historia sobre un visitante previo que también se dirigió ante este augusto cuerpo.
En abril de 1921, Albert Einstein visitó por primera vez los Estados Unidos.
Su celebridad internacional estaba creciendo a medida que científicos alrededor del mundo empezaban a comprender y aceptar las vastas implicaciones de sus teorías sobre la relatividad especial y general.
Él asistió a esta reunión anual, y después de repasar una serie de largos discursos pronunciados por otros, se dice que comentó:
“Tengo una nueva teoría sobre la eternidad”
Haré lo mejor que pueda por tomar en cuenta este relato de advertencia.
La fundación misma de esta institución se yergue como testamento de lainquieta curiosidad e ilimitada esperanza tan fundamental no sólo para la empresa científica, sino para este experimento al que llamamos los Estados Unidos de América.
Meses después de una devastadora derrota en Fredericksburg, antes de que se ganara Gettysburg y de que cayera Richmond, antes de que el destino de la Unión estuviera claro, el presidente Lincoln firmó una ley que creaba las Academias Nacionales de Ciencias.
Lincoln se rehusó a aceptar que el único propósito de nuestra nación era simplemente sobrevivir. Creó esta academia, fundó los colegios de cesión de tierras y empezó la obra del ferrocarril transcontinental, creyendo que debemos agregar “el combustible del interés al fuego del genio en el descubrimiento… de cosas nuevas y útiles”.
Esta es la historia de los Estados Unidos. Incluso en los momentos más difíciles, y contra las probabilidades más adversas, nunca hemos cedido ante el pesimismo; nunca hemos sometido nuestros destinos al azar; hemos resistido; hemos trabajado duro; hemos buscado nuevas fronteras.
Hoy, por supuesto, enfrentamos más complicados conjuntos de retos que nunca antes: un sistema médico que alberga la promesa de desatar nuevas curas y tratamientos… junto con un sistema de atención a la salud que alberga el potencial de llevar a la quiebra a familias y empresas. Un sistema de energía que anima a nuestra economía… pero también amenaza a nuestro planeta. Amenazas a nuestra seguridad que buscan explotar la conectividad y la apertura que son tan esenciales para nuestra prosperidad. Y retos en un mercado global que conectan al intermediario de derivados en Wall Street con el propietario de una casa en Main Street, el trabajador de oficina en Estados Unidos con el obrero fabril en China: un mercado en el que todos compartimos una oportunidad, pero también en crisis.
En un momento tan difícil, hay quienes dicen que no podemos permitirnos invertir en ciencia. Que el apoyo a la investigación de algún modo es un lujo en un momento definido por necesidades. Yo estoy en desacuerdo a fondo.
La ciencia es más esencial para nuestra prosperidad, nuestra seguridad, nuestra salud, nuestro ambiente y nuestra calidad de vida que nunca antes. Y si alguna vez hubo un día que nos recordara de nuestra apuesta compartida por la ciencia y la investigación, ese día es hoy.
Estamos vigilando de cerca los casos de influenza porcina que están apareciendo en los Estados Unidos. Obviamente esto es causa de preocupación y requiere de un mayor estado de alerta. Pero nos causa de alarma. El Departamento de Salud y Servicios Humanos ha declarado una Emergencia de Salud Publica como herramienta de precaución para asegurar que tengamos los
recursos que necesitamos a nuestra disposición para responder con rapidez y efectividad. Estoy recibiendo actualizaciones regulares sobre la situación de las agencias responsables, y el Departamento de Salud y Servicios Humanos así como los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades estarán ofreciendo actualizaciones regulares al pueblo estadunidense de modo que sepan los pasos que se dan y los pasos que podrían tener que tomar. Pero una cosa está clara: nuestra capacidad para enfrentar un desafío de salud pública de este tipo descansa fuertemente sobre el trabajo de nuestra comunidad científica y médica. Y este es un ejemplo más de por qué no podemos permitir que nuestro país se quede atrás.
Desafortunadamente, eso es exactamente lo que ha ocurrido.
Los fondos federales para ciencias físicas como un porcentaje de nuestro producto nacional bruto han caído casi en la mitad en el último cuarto de siglo. Una y otra vez hemos permitido que el crédito fiscal para investigación y experimentación, que ayuda a los negocios a crecer e innovar, se quede atrás.
Nuestras escuelas siguen yendo a la zaga. Nuestros estudiantes se ven superados en matemáticas y ciencias por sus pares en Singapur, Japón, Inglaterra, Holanda, Hong Kong, Corea, entre otros. Otra evaluación muestra que los quinceañeros de Estados Unidos ocupan las posiciones 25 en matemáticas y 21 en ciencia comparados con países de todo el mundo.
Y hemos visto la integridad científica siendo minada y la investigación científica siendo politizada en un esfuerzo por mover adelante agendas ideológicas predeterminadas.
Sabemos que nuestro país es mejor que esto.
Hace medio siglo, esta nación se hizo el compromiso de encabezar al mundo en innovación científica y tecnológica; de invertir en educación, en investigación, en ingeniería; de fijarse la meta de llegar al espacio e involucrar a todos los ciudadanos en esa histórica misión. Aquel fue el
mejor momento de la inversión de Estados Unidos en investigación y desarrollo. Desde entonces nuestras inversiones han sostenidamente decaído como proporción de nuestro ingreso nacional, de nuestro PNB. Como resultado, ahora otros países están empezando a marchar adelante en la búsqueda de los grandes descubrimientos de esta generación.
Creo que no es parte de nuestra personalidad estadunidense el seguir, sino el dirigir. Y es hora de que nosotros volvamos a dirigir. Estoy aquí hoy para establecer esta meta: dedicaremos más de tres por ciento de nuestro PNB a la investigación y el desarrollo. No sólo cumpliremos, excederemos el nivel alcanzado en la cúspide de la Carrera Espacial, a través de políticas
que invierten en investigación básica y aplicada, crean nuevos incentivos para la innovación privada, promueven innovaciones en energía y medicina, y mejoran la educación en matemáticas y ciencia. Esto representa el compromiso más grande hacia la investigación científica y la innovación en la historia de Estados Unidos.
Sólo piensen en lo que esto nos permitirá lograr: celdas solares tan baratas como la pintura, y edificios verdes que producen toda la energía que consumen; software para aprender tan efectivo como un tutor personal; prótesis tan avanzadas que uno podría volver a tocar el piano; una expansión de las fronteras del conocimiento humano sobre nosotros y sobre el mundo a nuestro alrededor. Podemos lograr esto.
La búsqueda de descubrimientos hace medio siglo impulsó nuestra prosperidad y nuestro éxito como nación en el medio siglo que le siguió. El compromiso que estoy haciendo hoy impulsará nuestro éxito durante otros 50 años. Es así como aseguraremos que nuestros hijos y sus hijos mirarán atrás, hacia el trabajo de esta generación, como lo que definió el progreso y logró la prosperidad del siglo XXI.
Este trabajo empieza con un compromiso histórico hacia la ciencia básica y la investigación aplicada, desde los laboratorios de universidades renombradas hasta los campos de prueba de compañías innovadoras.
A través del Acta Estadunidense de Recuperación y Reinversión, con el apoyo del Congreso, mi administración está aportando ya el más grande impulso a la inversión en investigación básica en la historia estadunidense.
Esto es importante ahora, a medida que colegios y universidades públicos y privados alrededor del país admiten dotaciones que se reducen y presupuestos que se aprietan. Pero esto es también increíblemente importante para nuestro futuro. Como es fama que dijo Vannevar Bush, quien trabajó como consejero científico del presidente Franklin Roosevelt: “La investigación científica básica es capital científico”.
El hecho es que una investigación en un proceso físico, químico o biológico particular quizás no produzca durante un año, una década, o nunca. Y cuando lo hace, las recompensas a menudo son ampliamente compartidas, disfrutadas por aquellos que sustentaron su costo pero también por quienes no lo hicieron.
Es por eso que el sector privado invierte de menos en ciencia básica, y por qué el sector público debe invertir en este tipo de investigación. Porque si bien los riesgos pueden ser grande, también lo son las recompensas para nuestra economía y nuestra sociedad.
Nadie puede predecir qué nuevas aplicaciones nacerán de la investigación básica: nuevos tratamientos en nuestros hospitales; nuevas fuentes de energía eficiente; nuevos materiales de construcción; nuevos tipos de cultivos más resistentes al calor y a la sequía.
Fue la investigación básica en el efecto fotoeléctrico lo que un día conduciría a los paneles solares. Fue la investigación básica en física lo que eventualmente produciría una tomografía computarizada. Los cálculos de los satélites de posicionamiento global de hoy están basados en las ecuaciones que Einstein puso sobre papel hace más de un siglo.
Además de las inversiones en el Acta de Recuperación, el presupuesto que propuse – y del cual se han pasado versiones tanto a la Casa de Representantes como al Senado – construye sobre las inversiones históricas en investigación contenidas en el plan de recuperación.
Duplicamos el presupuesto de agencias clave, incluyendo a la Fundación Nacional de Ciencias, fuente primaria de fondeo para la investigación académica, y al Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, que soporta una amplia gama de pesquisas, desde mejorar la tecnología de información sobre salud hasta medir la contaminación por carbono, desde probar diseños de “mallas inteligentes” hasta el desarrollo de procesos avanzados de manufactura. Y mi presupuesto duplica los fondos para la Oficina de Ciencia del Departamento de Energía, la cual construye y opera aceleradores, colisionadores, supercomputadoras, fuentes de luz de altas energías, e instalaciones para construir nanomateriales. Porque sabemos que el potencial de una nación para el descubrimiento científico es definido por las herramientas que pone a disposición de sus investigadores.
Pero el renovado compromiso de nuestra nación no será impulsado por la inversión gubernamental por sí sola. Es un compromiso que se extiende desde el laboratorio hasta el mercado.
Es por eso que mi presupuesto convierte en permanente el crédito fiscal sobre investigación y experimentación. Se trata de un crédito fiscal que devuelve a la economía dos dólares por cada dólar que gastamos, ayudando a las compañías a permitirse los a menudo elevados costos de desarrollar nuevas ideas, nuevas tecnologías y nuevos productos. Sin embargo en momentos hemos permitido que se rezague o sólo lo hemos renovado año con año. He escuchado esto una y otra vez de emprendedores a todo lo ancho del país: haciendo permanente este crédito, hacemos posible que los negocios puedan planear los tipos de proyectos que crean empleos y crecimiento económico.
Segundo, en ninguna área será la innovación más importante que en el desarrollo de nuevas tecnologías para producir, usar y ahorrar energía – y es por eso que mi administración ha hecho un compromiso sin precedentes por desarrollar una economía de energía limpia para el siglo XXI.
Nuestro futuro en este planeta depende de nuestra disposición a encarar el desafío que plantea la contaminación por carbono. Y nuestro futuro como nación depende de nuestra disposición a abrazar este reto como oportunidad de dirigir al mundo en la búsqueda de nuevos descubrimientos.
Cuando la Unión Soviética lanzó el Sputnik hace poco más de medio siglo, los estadunidenses quedaron atónitos: los rusos nos habían ganado la llegada al espacio. Teníamos una decisión que tomar: podíamos aceptar la derrota… o podíamos aceptar el reto. Y como siempre, elegimos aceptar el reto.
El presidente Eisenhower firmó legislación para crear la NASA y para invertir en educación de ciencia y matemáticas, desde la primaria hasta la universidad. Y apenas unos años después, un mes después de su discurso ante la Reunión Anual de 1961 de la Academia Nacional de Ciencias, el presidente Kennedy osadamente declaró ante una sesión conjunta del Congreso que los Estados Unidos pondrían a un hombre en la Luna y lo traerían a salvo de vuelta a la Tierra.
La comunidad científica se congregó detrás de esta meta y se dispuso a conseguirla. Y ello conduciría no sólo a esos primeros pasos en la Luna, sino también a pasos gigantescos en nuestra comprensión aquí en casa. El programa Apollo mismo produjo tecnologías que han mejorado la diálisis renal y los sistemas de purificación de agua; sensores para buscar gases peligrosos; materiales de construcción que ahorran energía; y tejidos resistentes al fuego que usan bomberos y soldados. Y, más ampliamente, la enorme inversión de aquella era – en ciencia y tecnología, en educación y en fondos para la investigación – produjo una gran derrama de curiosidad y creatividad, cuyos beneficios han sido incalculables.
Es un hecho que no habrá un momento Sputnik para el desafío de esta generación de romper nuestra dependencia hacia los combustibles fósiles. De muchas maneras, esto hace que el desafío sea aún más difícil de resolver – y hace que sea todavía más importante mantener nuestros ojos fijos en el trabajo que nos espera.
Es por eso que he fijado como meta para nuestra nación reducir nuestra contaminación por carbono en más de 80 por ciento para el 2050. Y es por eso que estoy impulsando, de acuerdo con el Congreso, las políticas que nos ayudarán a alcanzar esta meta.
Mi plan de recuperación proporciona los incentivos para duplicar la capacidad de nuestra nación para generar energía renovable en los próximos años – extendiendo el crédito fiscal de producción, proveyendo garantías crediticias y ofreciendo fondos para estimular la inversión. Por ejemplo, la investigación y desarrollo fondeados con dinero federal han desplomado hasta una décima parte el costo de los paneles solares en las últimas tres décadas. Nuestros renovados esfuerzos garantizarán que la solar y otras tecnologías de energías limpias serán competitivas.
Mi presupuesto incluye 150 mil millones de dólares en los próximos diez años para invertir en fuentes de energía renovable así como eficiencia energética; apoya los esfuerzos en la NASA, recomendados como prioridad por el Consejo Nacional de Investigación, por desarrollar nuevas capacidades basadas en el espacio para ayudarnos a comprender mejor nuestro cambiante clima.
Y hoy también estoy anunciando que por primera vez estamos fondeando una iniciativa, recomendada por esta organización, llamada la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados para Energía, ARPA-E.
Esto se basa en la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados para la Defensa, conocida como DARPA, que fue creada durante la administración de Eisenhower en respuesta al Sputnik. Se le ha encargado a lo largo de su historia realizar investigación de alto riesgo y alta recompensa. La precursora de internet, conocida como ARPANET, la tecnología furtiva y el Sistema de Posicionamiento Global todos tienen una deuda con el trabajo de la DARPA.
ARPA-E busca hacer el mismo tipo de investigación de alto riesgo y alta recompensa, Mi administración también procurará legislación amplia para poner un límite basado en el mercado a las emisiones de carbono. Haremos que la energía renovable sea el tipo de energía rentable en los Estados Unidos. Y tengo confianza en que hallaremos un manantial de creatividad que sólo espera a ser aprovechado por investigadores en esta habitación y emprendedores a todo lo ancho de nuestro país.
La nación que dirija al mundo en energía limpia para el siglo XXI será la nación que dirija la economía global del siglo XXI. Estados Unidos puede y debe ser esa nación.
Tercero, a fin de dirigir en la economía global – y de asegurar que nuestros negocios puedan crecer e innovar, y nuestras familias puedan florecer – debemos enfrentar las deficiencias de nuestro sistema de atención a la salud.
El Acta de Recuperación dará apoyo al largo tiempo rezagado paso de computarizar los registros médicos de Estados Unidos, para reducir la duplicación, el dispendio y los errores que cuestan miles de millones de dólares y miles de vidas.
Pero es importante apuntar que estos registros también contienen el potencial de ofrecer a los pacientes la oportunidad de ser participantes más activos en la prevención y el tratamiento. Debemos mantener el control del paciente sobre estos registros y respetar su privacidad. Sin embargo, al mismo tiempo tenemos la oportunidad de ofrecer miles de millones de puntos de datos anónimos a investigadores médicos que pueden hallar en esta información evidencia que puede ayudarnos a comprender mejor la enfermedad.
La historia también nos enseña que los progresos más grandes en medicina han provenido de las innovaciones científicas: el descubrimiento de los antibióticos; prácticas de salud pública mejoradas; vacunas para la viruela, la polio y muchas otras enfermedades infecciosas; drogas antirretrovirales que pueden restaurar a los pacientes con sida vidas productivas; píldoras que pueden controlar ciertos tipos de cánceres en la sangre, y tantas otras.
Y a causa del progreso reciente – no sólo en biología, genética y medicina, sino también en física, química, ciencias informáticas e ingeniería – tenemos el potencial de hacer progresos enormes contra las enfermedades en las décadas por venir. Es por eso que mi administración está comprometida a incrementar el fondeo para los Institutos Nacionales de Salud, incluyendo seis mil millones de dólares para apoyar la investigación contra el cáncer, parte de un plan sostenido, multianual, para duplicar la investigación sobre cáncer en nuestro país.
Cuarto, estamos restaurando la ciencia a su legítimo lugar.
El 9 de marzo firmé un memorando ejecutivo con un mensaje claro: bajo mi administración, los días de la ciencia ocupando un asiento trasero respecto a la ideología han terminado. Nuestro progreso como nación – y nuestros valores como nación – están arraigados en la indagación libre y abierta.
Minar la integridad científica es minar nuestra democracia.
Es por eso que encargué a la Oficina de la Casa Blanca sobre Política Científica y Tecnológica encabezar un nuevo esfuerzo por asegurar que las políticas federales estén basadas en la mejor y más libre de sesgo información científica. Quiero estar seguro de que los hechos impulsen las decisiones científicas, y no al contrario.
Como parte de este esfuerzo, ya hemos lanzado un sitio web que permite a los individuos no sólo formular recomendaciones para alcanzar esta meta, sino colaborar en esas recomendaciones; es un paso pequeño, pero un paso que está creando un gobierno más transparente, participativo y democrático.
También necesitamos involucrar a la comunidad científica directamente en el trabajo de la política pública. Es por eso que hoy estoy anunciando la designación del Consejo Presidencial de Consejeros sobre Ciencia y Tecnología, conocido como PCAST, con el que tengo previsto trabajar muy estrechamente.
Este Consejo representa a líderes de muchas disciplinas científicas que traerán consigo una diversidad de experiencias y perspectivas. Le pediré al PCAST aconsejarme sobre estrategias nacionales para nutrir y sostener una cultura de innovación científica. Será co-dirigido por John Holdren, mi principal consejero científico; Eric Lander, uno de los líderes principales del Proyecto Genoma Humano, y Harold Varmus, ex jefe de los Institutos Nacionales de Salud y ganador de un Nobel.
En biomedicina, por ejemplo, esto incluirá aprovechar la histórica convergencia entre ciencias de la vida y ciencias físicas que está en marcha hoy; emprender proyectos públicos – en el espíritu del Proyecto Genoma Humano – para crear datos y capacidades que alimenten descubrimientos en decenas de miles de laboratorios; e identificar y superar las barreras científicas y burocráticas a la rápida traducción de las innovaciones científicas en diagnósticos y terapias que sirvan a los pacientes.
En ciencia ambiental, será necesario fortalecer nuestras previsiones meteorológicas, nuestra observación terrestre desde el espacio, la gestión de la tierra, agua y bosques de nuestra nación, y la administración de nuestras zonas costeras y nuestras pesquerías oceánicas.
También necesitamos trabajar con nuestros amigos alrededor del mundo. La ciencia, tecnología e innovación avanzan más rápidamente y de modo más eficiente en costo cuando las percepciones, costos y riesgos se comparten; y tantos de los desafíos que la ciencia y la tecnología nos ayudarán a enfrentar son de carácter global. Esto es cierto de nuestra dependencia hacia el petróleo, de las consecuencias del cambio climático, la amenaza de enfermedades epidémicas y la propagación de las armas nucleares, entre otros ejemplos.
Es por eso que mi administración está aumentando nuestra participación en – y nuestro compromiso con – la cooperación internacional en ciencia y tecnología a lo ancho de las muchas áreas en las que claramente nos conviene hacerlo. De hecho, esta semana mi administración está reuniendo a los líderes de las economías más importantes del mundo para empezar el trabajo de encarar juntos nuestros desafíos comunes en energía.
Quinto, dado que sabemos que el progreso y la prosperidad de generaciones futuras dependerán de lo que hagamos ahora por educar a la próxima generación, hoy estoy anunciando un renovado compromiso por la educación en matemáticas y ciencia.
A través de este compromiso, los estudiantes de Estados Unidos se moverán desde la mitad hasta la parte superior del grupo en ciencia y matemáticas en la próxima década. Porque sabemos que la nación que eduque mejor que nosotros mañana competirá mejor que nosotros.
Debemos empezar ya. Sabemos que la calidad de los profesores de matemáticas y ciencias es el factor individual más influyente que determina si un estudiante tendrá éxito o fracasará en estas materias. Y sin embargo, en la secundaria, más de 20 por ciento de los estudiantes de matemáticas y más de 60 por ciento de los estudiantes de química y física reciben clases de profesores sin experiencia en estos campos. Y este problema no hará sino empeorar; hay una escasez proyectada de más de 280 mil profesores de ciencias en el país para 2015.
Por eso estoy anunciando hoy que los estados que hagan fuertes compromisos y avances en educación de matemáticas y ciencias serán elegibles para competir este otoño por fondos adicionales bajo el programa de cinco mil millones de dólares “Corre a la Cima”, de la Secretaría de Educación.
Estoy desafiando a los estados a mejorar dramáticamente sus logros en matemáticas y ciencia elevando los estándares, modernizando los laboratorios de ciencias, actualizando los currículos, y forjando alianzas para mejorar el uso de ciencia y tecnología en nuestras aulas. Y estoy desafiando a los estados a mejorar la preparación y entrenamiento de los profesores, y a atraer nuevos y calificados profesores de matemáticas y ciencia para involucrar mejor a los estudiantes y revigorizar estas materias en nuestras escuelas.
En esta empresa, y otra, trabajaremos para dar apoyo a acercamientos inventivos. Creemos sistemas que retengan y recompensen a los profesores efectivos, y creemos nuevas rutas para que profesionales experimentados entren al salón de clases. Hay, ahora, químicos que podrían enseñar química; físicos que podrían enseñar física; estadísticos que podrían enseñar matemáticas. Pero necesitamos crear una manera de traer la experiencia y entusiasmo de esta gente – gente como ustedes – al salón de clases.
Hay estados, por ejemplo, haciendo trabajo innovador. Me da gusto anunciar que el gobernador Ed Rendell encabezará un esfuerzo con la Asociación Nacional de Gobernadores para aumentar el número de estados que están haciendo de la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas una prioridad máxima. Seis estados participan actualmente en la iniciativa, incluyendo a Pennsylvania, que ha lanzado un programa efectivo para asegurar que su estado tenga en su lugar la mano de obra capacitada para atraer los empleos del siglo XXI. Me gustaría que todos los estados participaran.
Pero nuestro trabajo no termina con un diploma universitario. Por décadas, encabezamos al mundo en logros educativos, y como consecuencia encabezamos al mundo en crecimiento económico. La Ley GI, por ejemplo, ayudó a enviar a la universidad a una generación. Pero en esta nueva economía, hemos llegado a ser seguidores de otras naciones en tasas de graduación, en logro educativo y en la producción de científicos e ingenieros.
Es por eso que mi administración ha fijado una meta que mejorará grandemente nuestra capacidad de competir por los empleos de altos ingresos, alta tecnología del siglo XXI – y para estimular a la próxima generación de científicos e ingenieros. En la próxima década – para 2020 – Estados Unidos tendrá una vez más la proporción más alta de graduados universitarios del mundo. Y hemos aportado créditos fiscales y fondos para hacer que la educación universitaria sea más asequible.
Mi presupuesto también triplica el número de becas para investigación por graduados en la Fundación Nacional de Ciencias. Este programa fue creado como parte de la Carrera Espacial hace cinco décadas. En las décadas que han pasado desde entonces, ha mantenido en buena medida el mismo tamaño – aunque el número de estudiantes que buscan estas becas se fue hasta el cielo.
Deberíamos estar apoyando a estos jóvenes que buscan carreras científicas, en ve de ponerles obstáculos en su camino.
Es así como encabezaremos al mundo en nuevos descubrimientos en este nuevo siglo. Pero hará falta mucho más que el trabajo del gobierno. Haremos falta todos nosotros. Harán falta todos ustedes.
Así que hoy quiero desafiarlos a ustedes a emplear su amor por y su conocimiento de la ciencia para hacer destellar el mismo sentido de maravilla y excitación en una nueva generación.
Los jóvenes de Estados Unidos se levantarán al reto si se les da la oportunidad – si se les llama a unirse a una causa más grande que ellos mismos. Y tenemos pruebas. La edad promedio en el control de misión de la NASA durante la misión Apollo 17 era de sólo 26 años. Sé que los jóvenes de hoy están listos para acometer los grandes desafíos de este siglo.
Así que quiero persuadirlos de que pasen tiempo en el salón de clases, hablando y mostrando a los jóvenes qué es lo que el trabajo de ustedes puede significar, y qué es lo que significa para ustedes. Alienten a su universidad a participar en programas que permitan a los estudiantes obtener grados en campos científicos y un certificado de profesor al mismo tiempo.
Piensen en nuevas y creativas formas de involucrar a los jóvenes en ciencia e ingeniería, como festivales de ciencia, competencias de robótica y ferias que estimulen a los jóvenes a crear, construir e inventar – a ser constructores de cosas.
Y quiero que sepan que voy a estar trabajando junto con ustedes. Voy a participar en una campaña de conciencia pública y extensión para estimular a los estudiantes a considerar carreras en ciencia, matemáticas e ingeniería – porque nuestro futuro depende de ello.
Y el Departamento de Energía y la Fundación Nacional de Ciencias estarán lanzando una iniciativa conjunta para inspirar a decenas de miles de estudiantes estadunidenses a buscar carreras en ciencia, ingeniería y emprendedurismo relacionados con energía limpia.
La iniciativa apoyará una campaña educativa para capturar la imaginación de jóvenes que pueden ayudarnos a enfrentar el reto energético. Creará oportunidades de investigación para recién graduados y oportunidades educativas para mujeres y minorías que demasiado a menudo han tenido subrepresentación en los campos científicos y tecnológicos – pero que no son menos capaces de inventar las soluciones que nos ayudarán a crecer nuestra economía y a salvar nuestro planeta. Y dará apoyo a becas, programas de posgrado interdisciplinarios y alianzas entre instituciones académicas y compañías innovadoras para preparar a una generación de estadunidenses a enfrentar este desafío generacional.
Porque debemos siempre recordar que en alguna parte de Estados Unidos hay un emprendedor buscando un crédito para iniciar un negocio que podría transformar a una industria – pero que aún no lo consigue. Hay un investigador con una idea para un experimento que podría ofrecer un nuevo tratamiento contra el cáncer – pero todavía no encuentra los fondos. Hay un niño con una mente inquisitiva contemplando el cielo nocturno. Quizás tenga el potencial para cambiar el mundo… pero todavía no lo sabe.
Como saben, el descubrimiento científico requiere mucho más que un destello ocasional de brillantez, por importante que éste sea. Usualmente se lleva tiempo, trabajo duro, paciencia; se requiere preparación; a menudo se requiere el apoyo de una nación.
Pero contiene una promesa como ninguna otra área del emprendimiento humano.
En 1968, un año definido por la pérdida y el conflicto, el Apollo 8 llevó al espacio a los primeros seres humanos que se aventuraron más allá de la gravedad terrestre. La nave debía orbitar la Luna diez veces antes de volver a casa. Pero en su cuarta órbita, la cápsula giró y por primera vez la Tierra se hizo visible a través de las ventanas.
Bill Anders, uno de los astronautas a bordo del Apollo 8, no podía creer lo que vio. Corrió a tomar una cámara. Tomó una foto que mostró a la Tierra saliendo sobre el horizonte de la Luna. Fue la primera jamás tomada desde una perspectiva tan remota, y pronto se convertiría en “La salida de la Tierra”.
Anders diría que el momento lo cambió para siempre, ver a nuestro mundo – esta pálida esfera azul – sin fronteras, sin divisiones, a la vez tan tranquila y tan hermosa y sola.
“Recorrimos todo este camino para explorar la Luna”, dijo, “y lo más importante es que hemos descubierto la Tierra”.
Sí, la innovación científica nos ofrece la oportunidad de lograr la prosperidad. Nos ha ofrecido beneficios que han mejorado nuestra salud y nuestras vidas – mejoras que a menudo damos por hechas con demasiada facilidad. Pero también nos da algo más.
En el fondo, la ciencia nos obliga a considerar la verdad de la mejor manera que podamos determinarla. Algunas verdades nos llenan de admiración. Otras nos obligan a cuestionar puntos de vista sostenidos desde hace mucho. La ciencia no puede responder a todas las preguntas; de hecho, a veces parece que entre más exploramos los misterios del mundo físico, más humildes debemos ser. La ciencia no puede reemplazar a nuestra ética, nuestros valores, nuestros principios o nuestra fe, pero la ciencia puede informarlas, y ayudar a poner estos valores, estos sentimientos morales, esa fe, a trabajar: para alimentar a un niño, curar al enfermo, ser buenos mayordomos de esta Tierra.
Se nos recuerda que con cada nuevo descubrimiento y el nuevo poder que trae consigo, hay nueva responsabilidad; que la fragilidad y el valor especial de la vida requiere que nos movamos más allá de nuestras diferencias, para encarar nuestros problemas comunes, para resistir y continuar los esfuerzos de la humanidad a favor de un mundo mejor.
Como dijo el presidente Kennedy cuando se dirigió a la Academia Nacional de Ciencias hace más de 45 años: “El desafío, en pocas palabras, podría ser nuestra salvación”.
Gracias a todos por sus descubrimientos pasados, presentes y futuros. Dios les bendiga y Dios bendiga a los Estados Unidos de América."